Encarna Navarro Moreno: La fuerza de una luchadora incansable
Encarna Navarro Moreno es mucho más que un nombre. Es una mujer valiente, una policía local que dedicó su vida a proteger a los demás, y una superviviente que, tras años de batallas, sigue buscando la luz entre las sombras. Su historia es un testimonio de dolor, resiliencia y la fuerza que encuentra en quienes la rodean, especialmente su marido Paco, sus amigos y su inseparable gato Tomás.
Una vida al servicio de los demás
Encarna nació con la vocación de servir. Durante años fue policía local en Miramar, un pequeño municipio de Valencia, donde patrulló las calles con orgullo y compromiso. Pero lo que debería haber sido una carrera de honor se convirtió en una pesadilla. En Miramar, Encarna sufrió acoso laboral, un tormento silencioso que minó su salud y su espíritu. Lo que empezó como un goteo de desprecios y humillaciones se transformó en una lucha diaria por mantener su dignidad.
No se rindió. Encarna denunció lo que vivía, pero el camino no fue fácil. Durante largos años, se enfrentó a un sistema que parecía sordo a su dolor. “Fueron tiempos oscuros, de sentirme sola y rota”, confiesa. Sin embargo, en medio de esa tormenta encontró un salvavidas: AILPOLD, la Asociación de Policías Locales con Discapacidad. Ellos no solo le dieron apoyo legal, sino también emocional, convirtiéndose en su familia en los momentos más duros.
Una doble batalla
El acoso dejó heridas profundas. La salud de Encarna se resintió, y una enfermedad la golpeó con fuerza, añadiendo otra capa de sufrimiento. Pero cuando intentó que el Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) le reconociera una incapacidad absoluta, se topó con otro muro. “No entendía por qué todo era tan difícil”, recuerda con la voz quebrada. Fue otra lucha titánica, otro capítulo de frustración que la llevó a enfrentarse a la burocracia mientras intentaba sostenerse a sí misma, parecía que las manos y la manipulación eran inmersas llegando a todos los lados.
El triunfo en el Tribunal Supremo
Tras años de juicios, lágrimas y noches sin dormir, llegó el día que cambió todo. El Tribunal Supremo le dio la razón, reconociendo que su enfermedad psicosocial era accidente de trabajo en su puesto de trabajo en Miramar y condenando a quienes la habían dañado. Fue una victoria agridulce. “Ganar no borra el dolor, pero al menos sentí que alguien me escuchó”, dice Encarna. Ese fallo fue un reconocimiento a su valentía, un paso hacia la justicia que tanto había buscado, no haciéndose justicia de forma completa pero al menos el alto tribunal le decía que tenía razón en esta lucha.
Rehaciendo su vida en Oliva
Hoy, Encarna vive en Oliva, Valencia, un lugar donde intenta sanar las heridas del pasado. A su lado está Paco, su marido, su mayor apoyo, el hombre que ha estado con ella en cada caída y cada pequeño triunfo. “Sin él, no sé cómo lo habría soportado”, admite con una sonrisa tímida. También están sus amigos, que le traen risas y calor humano, y Tomás, su gato, un compañero silencioso que la acompaña en los días grises.
El dolor y la frustración aún la visitan. Hay mañanas en las que el peso de lo vivido la aplasta, pero Encarna está decidida a seguir adelante. “No es fácil rehacerte después de tanto dolor, pero lo intento cada día”, asegura. Ahora, con el apoyo de quienes la quieren, está encontrando un nuevo equilibrio. Su historia no termina en la lucha; empieza en la esperanza que, poco a poco, va floreciendo en su vida.
Un legado de coraje
Encarna Navarro Moreno no es solo una policía que ganó un juicio. Es una mujer que nos enseña que, incluso cuando todo parece perdido, se puede encontrar fuerza para levantarse. Gracias a AILPOLD, a Paco, a sus amigos y a Tomás, está mucho mejor. Y aunque el camino sigue siendo empinado, ella camina con la cabeza alta, recordándonos que la verdadera victoria no está solo en ganar, sino en no dejar que te quiten quién eres.