Lupe, la policía con discapacidad que lucho hasta tener un puesto adaptado.

Last Updated: marzo 9, 2025Por

Lupe Carrasquilla: Una policía que se negó a rendirse

Imagínate por un segundo que todo lo que amas te lo arrancan de las manos sin aviso, sin explicación, como si no valieras nada. Eso es lo que vivió Lupe Carrasquilla, una mujer que con una ilusión inmensa, se convirtió en policía local de Sant Pere de Ribes en 2005. Hoy, con su voz algo temblorosa pero firme, nos cuenta una historia que duele, que quema, pero que también inspira.

Lupe era policía de corazón. No de esas que solo llevan el uniforme, sino de las que sienten el peso de cada día en la calle como un orgullo. Pero seis años después, su cuerpo empezó a traicionarla. Dolor en la espalda, en las lumbares, en las cervicales. No había habido un accidente, nada que explicara por qué su salud se quebraba. Los médicos se rascaban la cabeza, pero ella no se rendía. “Me dolía todo, pero volvía al trabajo. Porque ser policía es lo que soy”, dice, con los ojos llenos de esa mezcla de fuerza y tristeza.

Hasta que llegó el día que lo cambió todo. Era 2013, 10 minutos antes de acabar su turno. Sus compañeros la encontraron desmayada en su coche. Una trombosis la había golpeado sin piedad. Desde ese instante, su vida se partió en dos: la Lupe policía y la Lupe enferma, atrapada en un cuerpo que parecía que no era el suyo.

“Cogí la baja y empezó el calvario”, recuerda. Los médicos tardaron años en ponerle nombre a su enemigo: síndrome de Behçet, una enfermedad silenciosa que ataca el sistema circulatorio y te va apagando poco a poco. “Un día, mi mano no me respondió. Un cabo tuvo que quitarme el arma porque no podía ni guardarla. Me miraba las manos y no entendía qué pasaba”, cuenta, como si aún lo viviera. Pero lo peor estaba por llegar.

Estando de baja, luchando por sanar, recibió un mazazo que no vio venir. Una carta del INSS: la habían dado de baja del Ayuntamiento. “Llamé a recursos humanos, muerta de miedo, y me dijeron que era normal, que no pasaba nada. Les creí. ¿Qué iba a hacer?”, dice con una risa amarga. Pero luego llegó la puñalada final: una carta certificada con un carnet de pensionista. La habían jubilado a la fuerza, sin un decreto, sin una palabra, sin darle la posibilidad de defenderse. “Fue como si me abrieran en canal. El peor día de mi vida. Te arrancan lo que eres y te dicen que no vales”, confiesa, y su voz se quiebra.

Lupe sabía que no podía volver a la calle. “Voy coagulada, una mala intervención y podría peligrar mi vida. Pero podía hacer otra cosa, algo adaptado. Después de ocho años, con toda mi experiencia, ¿Cómo no iba a servir para nada?”. Madre de tres hijos uno con una discapacidad psíquica del 50% tras un accidente, no podía permitirse rendirse. Pero el Ayuntamiento le dio la espalda. “Pasé nueve meses en la academia, lo di todo, y me echaron como si fuera basura. Sin un papel, sin nada”.

Se sintió perdida, en tierra de nadie. Hasta que un compañero le habló de AILPOLD. “Sin ellos estaría hundida”, admite. Vicenç Flores, el presidente, le tendió la mano cuando más sola se sentía. Juntos pelearon por su derecho a un puesto adaptado, aunque el convenio hablaba de una “segunda actividad” que nunca existió. “Me dijeron que no estaba regulada, que no había nada para mí. Me quedé en la calle, con mis hijos, sin seguro, cobrando el último mes y ya”.

El Juzgado Contencioso de Barcelona le dijo que no, pero Lupe no bajó los brazos. En diciembre de 2018, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña le dio la razón. Cuatro meses después, el Ayuntamiento la reincorporó, aunque a medias, con trámites que aún arrastra. Hoy ocupa un puesto administrativo en el Departamento de Gobernación. “Es compatible con mi enfermedad, pero podrían habérmelo dado antes. Me duele no llevar el uniforme, ver a mis compañeros salir mientras yo me quedo. Pero estoy feliz. Lo conseguí”.

Lupe tiene un 52% de discapacidad desde 2015. Ha pasado por operaciones glaucoma, una reciente más complicada. Pero no se rinde. “Pienso en mi hijo. No estaré siempre, y todos merecemos un futuro”, dice con una fuerza que te atraviesa el alma. Su lucha no es solo por ella; es por todos los policías que, como ella, ven sus vidas truncadas por una discapacidad.

“Compañeros, no os conforméis. Pelead por lo que podéis hacer, no por lo que os quitan. Se puede ganar, pero hay que luchar sin miedo”, anima. Cuatro años de batalla por algo tan básico como trabajar. “Te queda frustración, sí, pero también orgullo. Aquí sigo, venciendo”. Y aunque el dolor sigue ahí, Lupe sonríe. Porque, al final, no dejaron que le quitaran quién es: una policía, una madre, una guerrera que a día de hoy sigue luchando.

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Muchas gracias a @ACIME_ por
Invitarnos a participar en su 35 aniversario.
Y ante todo agradecerles la lucha incansable por los derechos de los militares y guardia civiles que han sufrido una discapacidad.
Es todo un ejemplo de trabajo y eficiencia.
Enhorabuena!! 👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻👏🏻

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Jacobo es un ejemplo de luchador , pues la profesión y la sociedad en la que vivimos dificulta la accesibilidad.
Y como una imagen vale más que mil palabras , os pongo su mensaje.

🚨 Lamentamos comunicar nuevo #Suicidio en FFyCS, #PolicíaLocal #Benejúzar #Alicante Descansa en paz compañero 🕯

🤲 Nuestras sentidas condolencias a su familia, compañeros, amigos y allegados

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